"Contrasueño de Tres Noches con el Mago" escrito por Ricardo Ottonello


Y el Mago apareció sobre las tablas. Estremecedor y campante. Como la primera vez que su voz me dió las llaves para abrir puertas secretas, cuando tenía yo diez años y era un niño con el peor de los hierros echado al cuello. Antes de la primera canción, se me apareció mi madre. Cuando él empezó a entonar, ella se fue desvaneciendo en una esencia sutil y perfumada. Mil novecientos sesenta y siete quedaba ya muy lejos. Sólo permanece en unas fotos amarillas de ella, y en un sagrado disquito de él que una madrina catalana puso en mis manos infantiles, ya nunca sabré por qué. Se iluminó la sala. Y yo fui llegando desde la noche de afuera hacia mi butaca cerca de las estrellas. Lo último que recuerdo fue la larga y venturosa espera, la maravillosa víspera de semanas y meses. Hasta que todo gira y se confunde como en un prisma vertiginoso. “Es cuando duermo que veo claro” eligió el Mago para volver a cantar después del último desafío de la vida. Yo también, al inicio de esta historia, cierro mis ojos para soñar, como tesoros, con todas las veces que él habló de mi vida en sus canciones.

-del Concierto en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires- Noviembre de 2005-
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