Quién sabe nunca


Bajo qué fugacidad
de luna blanda
neblinara al cielo
su mirada. Ojos a mí heredados
por un mismo claro
familiar de sentencias
que se cumplieron
desde su aún tibia lejanía
-desnaciendo conmigo-
en solalumbre de dos.
Y otra vez, todavía,
tan cerca de su muerte
él acallado detrás
del nosotros entrecerraba
puerta adentro el misterio.
Acaso para soñarse
más eterno
con el asombro quieto
que moría al borde
de esta hija sin adiós.

-Silvia Palferro-
(para Angel, mi padre...muerto en la noche de mi cumpleaños)

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